El ojo vago o ambliopatía consiste en una disminución de la agudeza visual que puede tener distintas causas. Es una alteración de tipo funcional, en la que, la imagen que se genera en el cerebro está alterada o borrosa. Se produce normalmente en la etapa del desarrollo temprana, cuando nuestro cerebro está aprendiendo y adaptándose a interpretar los estímulos visuales. Al no ver o interpretar correctamente los estímulos procedentes del ojo vago, el cerebro actúa desechando esa información y “desconecta” ese ojo, de ahí el término de ojo vago.
La ambliopatía puede darse en uno o los dos ojos y puede tener distintas causas. Una de las más habituales y que pueden resultar más evidentes es el estrabismo; pero también puede deberse a alteraciones en las dioptrías de cada ojo, o un mal ajuste en la graduación de las gafas. En estos últimos casos no se manifiesta externamente de forma clara, por lo que las revisiones oftalmológicas periódicas serán fundamentales para identificar el problema. Algunos síntomas que a los padres les puede ayudar a identificar que el niño puede tener alguna dificultad visual serían que tenga dolores de cabeza frecuentes al estar leyendo o al salir del colegio; también alteraciones en la visión estereoscópica pueden indicar un problema de estrabismo y ojo vago (por ejemplo, medir mal las distancias o problemas al visionar videojuegos o películas en 3D).
El tratamiento del ojo vago o ambliopatía se debe realizar durante el desarrollo, en la etapa infantil antes de los 7 u 8 años, y es fundamental para un pronóstico positivo iniciar el tratamiento en cuanto se detecte el problema.
El tratamiento de la ambiopatía dependerá del origen o causa de la misma, pero la finalidad última es educar de nuevo el cerebro para que reconozca correctamente las imágenes, y esto sólo se puede realizar en la etapa en la que aún hay plasticidad cerebral en el campo de la visión.
Cuando el ojo vago es debido a un problema de una deprivación por una alteración estructural en el ojo que impide la visión, una catarata congénita o la caída del párpado (ptosis palpebral) podría ser necesaria una intervención quirúrgica. La necesidad de realizar una cirugía también tendrá que valorarse en casos de estrabismos graves.
Si la ambliopatía se debe a un estrabismo más leve o alteraciones de graduación, el tratamiento se iniciará con gafas graduadas y, si no se corrige, se pasará a la utilización de sistemas de oclusión del ojo, como los conocidos parches.
La oclusión del ojo bueno como tratamiento de la ambliopatía
Para reeducar el cerebro del niño y que aprenda a ver correctamente, se procede a tapar o disminuir la visión del ojo que no tiene ningún problema. Con ello lo que se persigue es obligar a trabajar al “ojo vago” forzando su estimulación. La oclusión del ojo bueno se suele realizar con un parche; pero también se pueden utilizar gafas con un cristal opacificado o gotas oftalmológicas (atropina). Será el criterio del especialista para cada caso el que determine qué método es más conveniente.
Igualmente será criterio del especialista la pauta de utilización del parche, número de horas al día, así como el momento más adecuado. En general se prescribirá su utilización cuando el niño vaya a realizar una actividad en la que tenga que emplear con especialmente atención la visión (lectura, ver la televisión, etc.).
El tratamiento se puede decir que consta de dos etapas, una primera en la se pretende recuperar la máxima visión, para posteriormente, en una segunda etapa mantener y fijar esa visión; por lo que le tratamiento puede llevar hasta la edad en la que ya queda consolidada la visión en un niño, entre los nueve y los diez años.
La ambliopatía u ojo vago debe tratarse en cuanto sea diagnosticado el problema visual y en las primeras etapas de desarrollo (antes de los siete años). Para ello, es fundamental escucharlos y observar sus comportamientos; así como realizar periódicamente revisiones oftalmológicas preventivas.
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